De nuevo, un comentario antes de empezar. ¡Lo sabía!, habéis entrado al trapo, perfecto. ¡Féminas de todo el mundo!, poneos en pie y reivindicad que también vosotras sabéis jugar al fútbol y al baloncesto. Eso sí, ya me lo podéis ir demostrando. Ahí va el reto: cuando vuelva, quiero ver a las listillas que dicen que me pueden hacer una cachita al fútbol o fundirme al balón prisionero. Si lo conseguís, hasta dejaré que me dé una paliza la karateca! ;) Ah!, y gracias por las sugerencias de juegos.
Bueno, vamos con el post de hoy.
Faltaba que os hablara de mi habitación y de algunas de mis costumbres cotidianas, p
ara completar el cuadro. Duermo en una especie de anexo al edificio del colegio, una construcción de cemento que tiene dos habitaciones; yo ocupo una de ellas, la otra está vacía por ahora. Cuando salgo de la habitación pongo un candado en la puerta, una puerta más oxidada que mis conocimientos de sánscrito (bueno, nunca supe). La habitación es grande, espero que con las fotos que adjunto os podáis hacer una idea.
Buenas noches :)
Bueno, vamos con el post de hoy.
Faltaba que os hablara de mi habitación y de algunas de mis costumbres cotidianas, p
ara completar el cuadro. Duermo en una especie de anexo al edificio del colegio, una construcción de cemento que tiene dos habitaciones; yo ocupo una de ellas, la otra está vacía por ahora. Cuando salgo de la habitación pongo un candado en la puerta, una puerta más oxidada que mis conocimientos de sánscrito (bueno, nunca supe). La habitación es grande, espero que con las fotos que adjunto os podáis hacer una idea.Veréis la cama, con su mosquitera. En realidad no es una cama, es una especie de mesa de madera grande (ja, ríete tú de los colchones de látex extra-duros), con una sábana por encima; pero ya estoy hecho todo un fakir y duermo estupendamente. Reconozco que la habitación no suele estar tan ordenada, pero es que como hoy tenía visitas… ;) En el banquito tengo la ropa y algún que otro cachivache.
Veréis también el filtro de agua, esa cosa cilíndrica y metálica (no, el consolador no, lo otro). Hay un ventilador en el techo, pero no lo pongo mucho, porque después de ver cómo lo montaban y tras comprobar que cuando se pone a girar de vez en cuando abandona el plano horizontal y empieza a hacer algunas eses, le he cogido respeto, no quiero que en una de ésas salga disparado y me decapite. La habitación, como veis, es bastante espartana, pero ya sabía yo que no me venía al Meliá. En la mesa está el ordenador que me he comprado, y que dejaré aquí, cuya pantalla hace las veces de cine cuando les pongo una peli a las nenas. En una de las paredes tengo mi linterna, ¡gran idea, chicas (you know who), habérmela comprado!, porque cuando vuelvo por la noche de cenar esto está oscuro como la boca del lobo. Aún así, me pego unas buenas galletas por el camino, menos mal que aquí el alcohol está prohibido, podría ser peor… A la derecha hay una puerta que da al cuarto de baño.
Aviso: las siguientes líneas pueden herir la sensibilidad del lector medio.
Sí, tengo cuarto de baño propio, con ducha y todo. ¡Con agua caliente y fría! Lo que ocurre es que uno no puede decidir cuál de las dos emplear: simplemente, por la mañana está helada, y por la tarde, sale hirviendo, pues el depósito está todo el día al sol. No os he comentado, por cierto, que aquí hace un calor bastante espantoso todos los días. Os aseguro que lo de ducharse a las 6 de la mañana con agua helada es toda una experiencia, así uno está preparado para mantras, nirvanas y lo que le echen. Y, si os fijáis bien en la foto, descubriréis el “inodoro”.
En la India, en c
uanto uno abandona los aeropuertos grandes, no vuelve a encontrar ya un inodoro como los occidentales, sino esas letrinas que consisten en un agujero en el suelo junto con un par de marcas para situar los pies. A mí siempre me han recordado a los tacos de salida del atletismo, claro que salida hacia dónde… Os ahorraré más detalles sobre posiciones, pues imagino que en alguna ocasión os habréis visto en una semejante, sólo pensad que mis rodillas sufren mucho. Porque me quiero poner aún más escabroso: y es que en la India, queridos lectores, no se usa papel higiénico. La versión oficial alude a que el alcantarillado está formado por tuberías demasiado finas, que se atrancarían de usarse papel. Aunque más bien uno piensa que es costumbre ancestral. ¿Y entonces?, claro, agüita. En todos los servicios públicos, en estaciones de tren, restaurantes, etc., y por supuesto en los de las casas, uno encuentra un grifo con agua (eso, cuando hay agua corriente, claro) y una especie de jarrita para servirse. La costumbre exige además usar la mano izquierda para estos menesteres. Por eso es de malísima educación servir comida con la mano izquierda, o saludar con la misma. Aunque aquí nadie saluda tendiendo la mano, sino juntando las manos, a modo de rezo, frente al pecho, al tiempo que se agacha un poco la cabeza y se pronuncia el manido Manaskár. Es increíble cómo reacciona de rápido la gente cuando los saludas así, estén en la posición o situación que estén, inmediatamente te devuelven el saludo. Un día, al principio, andaba yo emocionado con mis nuevos conocimientos, repartiendo Namaskares a diestro y siniestro, aunque no vinieran a cuento. En esto que me crucé con una señora, que llevaba la pertinente tinaja de agua en la cabeza y, sin pensar en las consecuencias, le lancé mi saludo, ante lo que la mujer, medio azarada… bueno, ya os podéis imaginar…¿Por dónde iba? Ah, sí, por los usos acuáticos. Pues sí, el primer día me compré papel higiénico, pero qué queréis, he decidido no usarlo. Primero, porque la gestión de los residuos tenía su intríngulis (la basura se guarda en una bolsita en la habitación y luego se quema por ahí fuera)… como que no lo veía claro. Y luego, que ya que estoy aquí, mejor adoptar todas las costumbres hindúes. Eso sí, con mi pastillita de jabón al lado, y el cepillo y la versión hindú del Pato-WC para dejarlo todo como los chorros del oro.
Bueno, basta ya de guarrerías. Otro asunto bien relevante, al que ya he hecho alusión antes, es que esto está en medio del campo. De hecho, el colegio está rodeado por un muro, y las puertas están cerradas con candado. Así que de aquí no salimos casi nunca, salvo que haya que ir a la ciudad a hacer compras, o para las cada vez más divertidas salidas a jugar al balón prisionero (que, visto el éxito, se va a convertir en actividad obligada cada tarde). Y si hay que ir de compras, hay que llamar a un coche para que te lleve, y el trayecto más corto no baja de una hora. Visto el aislamiento, y lo complicado que lo tenían para la conservación de los alimentos, ayer compramos un frigorífico para el colegio (el plural, como imaginaréis, es puramente mayestático). Nos ha llegado hoy, monísimo, por cierto, un LG en color púrpura que ha hecho las delicias de Sunita, la cocinera, que en arrebato de pasión ha decidido instalarlo en su habitación, en lugar de en la cocina. Dice que para mantenerlo a salvo de las nenas, pero yo más bien creo que es que disfruta viéndolo a cada rato.
No es que me haga mucha gracia este papel de benefactor, pero eché cuentas y me dije, vamos a ver, me ha costado como 150 euros. Ahora, imagínense: queda uno, digamos un sábado, con una chica, con las intenciones más innobles que se puedan imaginar. Primera cita, así que hay que dar buena impresión. Para empezar, te duchas, aunque no te haga falta. Luego decides llevarla a un buen restaurante. Rumboso como vas, ¡que no sea por dinero!, te prestas gustoso a pagar la astronómica factura, y sin pestañear, no vaya a ser que se note que no estás acostumbrado a ir a sitios finos. La cosa promete, la charla ha sido animada durante la cena: muy mal se tiene que dar la noche para que no pille, piensas para tus adentros. Así que prolongas la velada, un par de rondas de copitas en algún garito. Aunque aquí ya se pueden compartir gastos, no vaya a ser que te tome por un anticuado, la broma te sale por otro pico. Súmale luego el parking. En total ya llevas casi lo que ha costado el frigorífico. Y total, ¿para qué? Para que te salga con un “Pablo, me lo he pasado muy bien, eres un encanto, a ver si quedamos otro día, podemos ir al cine” ¿Pero qué cine ni qué cojones?, estás a punto de soltarle. ¿Y encima me ha llamado encanto?, rumias para ti. Sin embargo, para tu sorpresa, te descubres diciéndole “yo también me lo ha pasado muy bien, claro, te llamo esta semana”.
¡Venga ya!, al menos aquí esa pasta servirá para conservar la fruta.
Veréis también el filtro de agua, esa cosa cilíndrica y metálica (no, el consolador no, lo otro). Hay un ventilador en el techo, pero no lo pongo mucho, porque después de ver cómo lo montaban y tras comprobar que cuando se pone a girar de vez en cuando abandona el plano horizontal y empieza a hacer algunas eses, le he cogido respeto, no quiero que en una de ésas salga disparado y me decapite. La habitación, como veis, es bastante espartana, pero ya sabía yo que no me venía al Meliá. En la mesa está el ordenador que me he comprado, y que dejaré aquí, cuya pantalla hace las veces de cine cuando les pongo una peli a las nenas. En una de las paredes tengo mi linterna, ¡gran idea, chicas (you know who), habérmela comprado!, porque cuando vuelvo por la noche de cenar esto está oscuro como la boca del lobo. Aún así, me pego unas buenas galletas por el camino, menos mal que aquí el alcohol está prohibido, podría ser peor… A la derecha hay una puerta que da al cuarto de baño.Aviso: las siguientes líneas pueden herir la sensibilidad del lector medio.
Sí, tengo cuarto de baño propio, con ducha y todo. ¡Con agua caliente y fría! Lo que ocurre es que uno no puede decidir cuál de las dos emplear: simplemente, por la mañana está helada, y por la tarde, sale hirviendo, pues el depósito está todo el día al sol. No os he comentado, por cierto, que aquí hace un calor bastante espantoso todos los días. Os aseguro que lo de ducharse a las 6 de la mañana con agua helada es toda una experiencia, así uno está preparado para mantras, nirvanas y lo que le echen. Y, si os fijáis bien en la foto, descubriréis el “inodoro”.
En la India, en c
uanto uno abandona los aeropuertos grandes, no vuelve a encontrar ya un inodoro como los occidentales, sino esas letrinas que consisten en un agujero en el suelo junto con un par de marcas para situar los pies. A mí siempre me han recordado a los tacos de salida del atletismo, claro que salida hacia dónde… Os ahorraré más detalles sobre posiciones, pues imagino que en alguna ocasión os habréis visto en una semejante, sólo pensad que mis rodillas sufren mucho. Porque me quiero poner aún más escabroso: y es que en la India, queridos lectores, no se usa papel higiénico. La versión oficial alude a que el alcantarillado está formado por tuberías demasiado finas, que se atrancarían de usarse papel. Aunque más bien uno piensa que es costumbre ancestral. ¿Y entonces?, claro, agüita. En todos los servicios públicos, en estaciones de tren, restaurantes, etc., y por supuesto en los de las casas, uno encuentra un grifo con agua (eso, cuando hay agua corriente, claro) y una especie de jarrita para servirse. La costumbre exige además usar la mano izquierda para estos menesteres. Por eso es de malísima educación servir comida con la mano izquierda, o saludar con la misma. Aunque aquí nadie saluda tendiendo la mano, sino juntando las manos, a modo de rezo, frente al pecho, al tiempo que se agacha un poco la cabeza y se pronuncia el manido Manaskár. Es increíble cómo reacciona de rápido la gente cuando los saludas así, estén en la posición o situación que estén, inmediatamente te devuelven el saludo. Un día, al principio, andaba yo emocionado con mis nuevos conocimientos, repartiendo Namaskares a diestro y siniestro, aunque no vinieran a cuento. En esto que me crucé con una señora, que llevaba la pertinente tinaja de agua en la cabeza y, sin pensar en las consecuencias, le lancé mi saludo, ante lo que la mujer, medio azarada… bueno, ya os podéis imaginar…¿Por dónde iba? Ah, sí, por los usos acuáticos. Pues sí, el primer día me compré papel higiénico, pero qué queréis, he decidido no usarlo. Primero, porque la gestión de los residuos tenía su intríngulis (la basura se guarda en una bolsita en la habitación y luego se quema por ahí fuera)… como que no lo veía claro. Y luego, que ya que estoy aquí, mejor adoptar todas las costumbres hindúes. Eso sí, con mi pastillita de jabón al lado, y el cepillo y la versión hindú del Pato-WC para dejarlo todo como los chorros del oro.Bueno, basta ya de guarrerías. Otro asunto bien relevante, al que ya he hecho alusión antes, es que esto está en medio del campo. De hecho, el colegio está rodeado por un muro, y las puertas están cerradas con candado. Así que de aquí no salimos casi nunca, salvo que haya que ir a la ciudad a hacer compras, o para las cada vez más divertidas salidas a jugar al balón prisionero (que, visto el éxito, se va a convertir en actividad obligada cada tarde). Y si hay que ir de compras, hay que llamar a un coche para que te lleve, y el trayecto más corto no baja de una hora. Visto el aislamiento, y lo complicado que lo tenían para la conservación de los alimentos, ayer compramos un frigorífico para el colegio (el plural, como imaginaréis, es puramente mayestático). Nos ha llegado hoy, monísimo, por cierto, un LG en color púrpura que ha hecho las delicias de Sunita, la cocinera, que en arrebato de pasión ha decidido instalarlo en su habitación, en lugar de en la cocina. Dice que para mantenerlo a salvo de las nenas, pero yo más bien creo que es que disfruta viéndolo a cada rato.
No es que me haga mucha gracia este papel de benefactor, pero eché cuentas y me dije, vamos a ver, me ha costado como 150 euros. Ahora, imagínense: queda uno, digamos un sábado, con una chica, con las intenciones más innobles que se puedan imaginar. Primera cita, así que hay que dar buena impresión. Para empezar, te duchas, aunque no te haga falta. Luego decides llevarla a un buen restaurante. Rumboso como vas, ¡que no sea por dinero!, te prestas gustoso a pagar la astronómica factura, y sin pestañear, no vaya a ser que se note que no estás acostumbrado a ir a sitios finos. La cosa promete, la charla ha sido animada durante la cena: muy mal se tiene que dar la noche para que no pille, piensas para tus adentros. Así que prolongas la velada, un par de rondas de copitas en algún garito. Aunque aquí ya se pueden compartir gastos, no vaya a ser que te tome por un anticuado, la broma te sale por otro pico. Súmale luego el parking. En total ya llevas casi lo que ha costado el frigorífico. Y total, ¿para qué? Para que te salga con un “Pablo, me lo he pasado muy bien, eres un encanto, a ver si quedamos otro día, podemos ir al cine” ¿Pero qué cine ni qué cojones?, estás a punto de soltarle. ¿Y encima me ha llamado encanto?, rumias para ti. Sin embargo, para tu sorpresa, te descubres diciéndole “yo también me lo ha pasado muy bien, claro, te llamo esta semana”.
¡Venga ya!, al menos aquí esa pasta servirá para conservar la fruta.
Buenas noches :)
3 comentarios:
Qué pasa.
Te lo estás pasado teta. Tío, tú no vuelves. Estás en tu ambiente, no lo niegues. Al final les convences para arreglar el patatal y montais una cancha de futbol-sala y resuelves el problema de las habilidades femeninas para los deportes de "pelotas".
Esto es un "sin vivir". No puedes dejar de conectarte al blog un par de días porque luego se acumula el trabajo y pierdes todo el día en actualizarte.
Veo que estás implicado a tope en la experiencia. No esperaba menos de tí. Como comentas, a eso has ido. A dejarte tu cachito o tu cachazo de corazón en el empeño. ¡Ole tú! que has tenido el valor de hacerlo. Sigo tus aventuras con mucho interés y veo que vas a llenar un saco con vivencias inimaginables para la mayor parte de nosotros. Me ha encantado el artículo de hoy, ya sabes el juego que da lo escatológico.
Lo que si que suscribo es que actualices la foto que sale en la portada y cuelgues una ataviado a lo indio ( creo que no se dice hindú, porque parece ser que se refiere a la religión propiamente dicha ).
Bueno, besos y abrazos de los Berenguer-García. Que nosotros si que firmamos.
Este post no tiene desperdicio de principio a fin.
Primero empiezas a retar a las feminas, para que te demuestren sus habilidades deportivas y despues las comparas con una nevera LG de color purpura. ¡¡vas mal, muy mal¡¡¡¡ y así tampoco te van a llamar para ir al cine.
Veo que tienes una "mansión amplia y minimalista" que es lo más en decoración de interiores.
Donde vayas haz lo que vieres, si no usan papel higienico para que empeñarse en usarlo.
Por cierto en la India, los zurdos lo deben de pasar francamente mal.
Como al anterior comentarista me ha gustado el articulo de hoy.
Pero tengo una duda cultural ¿como funciona el tema de las castas? ¿como se pasa de una a otra? Vamos todo lo relacionado con este aspecto.
Besos y abrazos, y los timidos no solemos manifestarnos por lo que sigo de perfil anonimo, y por que sino como vas a divertirte adivinando quien te escribe
Este
Ahora te vendrá bien recordar la machacona insistencia de ¡haz tu cama! ¡Cuelga la ropa! ¡Limpia tus zapatos!
Así que supongo (se aprecia en la foto) que aquella machaconería te permite hacer tu habitación como el que lava y lavar tu ropa como el que canta y ya sabes que coser y cantar todo es empezar (¿es así?)¿has cosido ya algún botón?
Toda esa experiencia es para el curriculum, no te creas.
Besos
Publicar un comentario