Aunque pueda resultar un tanto sorprendente, una buena parte de mis conversaciones con Didi versan sobre, digamos, asuntos femeninos. Con alegre desparpajo, y con la excusa de su categoría de médico en ciernes, me habla y pontifica sobre menstruaciones, partos, espermiogramas, métodos anticonceptivos, problemas hormonales… estos últimos son sus favoritos, pues desde su punto de vista, prácticamente cualquier afección posible es achacable a los famosos hormonal problems.
Sin embargo, y aunque dispongo de información abundante sobre los ritmos menstruales de medio colegio (sin que al respecto mediara mayor interés por mi parte, se imaginarán), no he logrado adivinar exactamente qué usan aquí para esos días tan femeninos, que diría algún engolado tertuliano televisivo de Ana Rosa. La investigación presenta varias dificultades: por un lado, el inevitable (y quizás innecesario) pudor que siento de preguntarle directamente sobre el asunto. Cualquier observación directa o indirecta, como es obvio, está también vedada. Y por otro, que no me sé bien los nombres equivalentes en inglés, aunque ya me he hecho con los básicos: tampons, sanitary towels/pads… Sé que tampones no usan, al menos las niñas, pues me contó Didi que antaño se los proporcionaba, pero que no conseguía que los quemaran una vez usados, sino que los tiraban por ahí de cualquier manera. Me ahorraré otros detalles que me contó acerca de perros de los alrededores rescatándolos y… Se ve que lo de quemarlos, según alguna extraña superstición, inhabilitaba para tener niños en el futuro (!).
Viene esto a cuento porque un día estuve preguntándole qué cosas quería que le trajera Irene desde España. Aunque aquí se puede comprar casi de todo, aún hay algunas cosas que no se encuentran, ni siquiera en los lujosos y occidentalizados malls de Kolkata o Jaipur. La Didi de Jaipur, por ejemplo, nos encarga siempre que le traigamos cargamentos abundantes de tampones con aplicador, que aquí no hay, y que a ella le vienen de perlas, por aquello de sus problemas en las manos. Tan es así que sospecho que como le paren a Irene en el aeropuerto, acabará acusada de dealer de productos de higiene femenina. Vratiisha, tras pensárselo un rato, se descolgó con una petición entre intrigante e indescifrable: unos pantys que “suck the blood” y que, según ella, le había dejado Rosa cuando estuvo por aquí. Vamos a ver, Didi, ¿unas compresas?, no, no, pantys. A mí lo de los pantys, qué quieren, me suena siempre a pantys Princesa, pero acabé entendiendo que se trataba de braguitas. Aunque hasta que lo descubrí y descarté que se tratara de compresas, pasé un penoso rato tratando de explicarle las distintas modalidades que existen. Y es que, ¿cómo coño se traduce “con alitas”? ¿Y mega-absorbentes? ¿Y Ausonia Ultra?
Sin llegar a hacerme una idea del todo, consulté a las fuentes pertinentes, a saber, Irene y la propia Rosa. La primera hizo una pormenorizada investigación al respecto, a raíz de la cual sus conocimientos sobre la materia aumentaron exponencialmente. Quizás el descubrimiento de mayor calado fue una tienda de chinos de Cuenca en la que vendían bragas-faja con bolsillos. Inenarrable. Por su parte, Rosa, aparte de descojonarse por la pregunta, no recordaba haberle dejado nada parecido, a lo más unas braguitas de papel que se trajo temiendo impredecibles eventualidades en este páramo (no andaba desencaminada).
El misterio seguía, y de posteriores inquiries solo acerté a obtener información parcial al respecto, como por ejemplo que la textura exterior de los pantys era “silky”. Tras numerosas consultas con mi legítima, porque el delicado asunto lo requería, y después de meditarlo en profundidad, decidimos que finalmente le formularía esa petición que nunca en mi vida creí que fuera a hacerle.
Y así, una noche, después de la cena, tras armarme de valor, me planté delante de ella, la miré fijamente a los ojos y con voz firme le pedí: “Didi, enséñame las bragas”.
Oooh, nooo, Pablo, hace ya un par de años que no las tengo.
Cagüenla, el misterio continúa.
3 comentarios:
JAJAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJA..... por favor continúa cuanto antes que quiero saber cómo termina.
Espero que las que lleve Irene sean las que quiere, porque si no, a ver qué hacéis con ellas!!! jejejeje, aunque, creo que no ha comprado las "bragas-faja con bolsillos",(me hubiera gustado ver la cara de Irene cuando se las enseñaron los chinos). Si es que luego dicen, pero lo que no se vea en Cuenca....
Además de ser tronchante, sales airosísimo de la jerga de prendas "íntimas" femeninas. Si dejas el trabajo, puedes colocarte de mercero, droguero o en hiper- que con tu sapiencia despertarías arrobo en un montón de señoras como tienes arrobada a la didi. Lo que me sorprende es que este año hay poquísimos comentarios; nos estamos acostumbrando a lo insólito o es que hay pereza? Venga, chicos, animaos y contestad, provocad, debatid. Los capítulos los valen.
Pablo, sei grande, sei grande. Supongo que te lo dirán tu madre e Irene todos los días, pero es que te lo mereces, qué bien escribes!
Con afán colaborador, he googleado un poco "underwear that sucks blood" (es que me has dejado impactada!). Siento decirte que lo único interesante que he encontrado es que hay tapetes de ratón con forma de compresa con alas que puedes comprar por internet por el módico precio de 13 dólares. Sorry, I tried...
Hay algo que alguien ha comentado que me ha dejado preocupada. El impacto marginal de la información culturalmente chocante es decreciente. Hace tres años había comportamientos respecto de las mujeres que me parecían inaceptables, recuerdo que me sorprendía y cabreaba. Hoy en día, cuando te leo historias parecidas pienso "bueno, es que es cultural". Estoy enfadada conmigo misma de que así sea porque la situación de falta de libertad y oportunidades es la misma, debería "revolting me" con la misma intensidad que lo hacía hace tres años. No sé, me habéis dejado pensativa.
ra
PS: por cierto, me alegro de que hayas utilizado el término "braguitas", siempre me pareció terriblemente vulgar no utilizar el diminutivo, especialmente en boca de un hombre.
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