Kolkata: la segunda oportunidad (III)

Calcuta Wars. Episodio 3. El final de la historia

Algo avergonzados por la exhibición de lujo y bienestar de la que habíamos disfrutado durante unas horas, decidimos completar el periplo por Kolkata visitando otros lugares de interés. Que tampoco son muchos. Algún templo destacable, pero Lara ya se había hinchado a ver templos en su viaje y no estaba mucho por la labor, y sobre todo el Victoria Memorial, impresionante construcción de mármol blanco que data de los tiempos gloriosos del Imperio, y que se sitúa en un inmenso parque en apariencia muy paseable. Aunque lo único que vi pasear por allí fueron rebaños de cabras, que no parecían tener mucho respeto por la suntuosidad del lugar. Tampoco es que la temperatura invitara a vagabundear, y reconozco que vimos aquello desde un taxi que, veloz y con las ventanillas abiertas, nos aseguraba una brisa reconfortante. En realidad parte del plan de mi visita a Kolkata era que Lara me contara algunos detalles de su viaje, que me diera información sobre lugares de la India que conviene visitar en ese tour que pienso hacer cuando finalice mi estancia aquí, allá por finales de mayo. Por ahora, mis planes no pasan del imprescindible, aunque clásico, triángulo Delhi-Agra-Jaipur. Aunque, en función del tiempo de que disponga, y sobre todo de la temperatura que me acompañe por entonces (que sospecho será de horno crematorio), quizás me anime a internarme en el Rajastán o, mas probablemente, me escape hacia el Norte, en busca de lugares más fresquitos. Pero al final nos enrollamos a hablar del colegio, de las nenas, y sobre todo a urdir los planes de secuestro de Rupa, que ella se me disputa su afecto, un año en Brasil y otro en España, acabamos acordando. Buscamos un rato para consultar el correo electrónico en un cyber-café (jaaaa, ni café ni cyber, un chamizo ante el que los locutorios de Embajadores, mi barrio, parecen lujosos palacios), y allí encontramos algunos otros viajeros occidentales, no sé si eran turistas o voluntarios, porque reconozco que traté de evitarlos, como queriendo decir eh!, que yo ya estoy de vuelta, soy medio indio, no necesito mezclarme con novatillos ;)

Se nos hacía tarde, y teníamos que volver a Howrah a comprar mi billete y luego ir al aeropuerto para que Lara cogiera su avión. A esas alturas andábamos los dos sudando como pollos, así que decidimos buscar en la estación un lugar donde tomar una ducha, o al menos refrescarnos. No sé qué encontraría Lara en la sala de espera, second class waiting room, de señoras (todas las estaciones tienen estas salas, apenas una habitación, generalmente petada, en la que la gente se tumba a dormir en el suelo o en los banquitos de piedra que la circundan; cuenta también con servicios, en los que hay que pagar una rupia si vas a usar las letrinas; las aguas menores van gratis), pero yo me asomé a los servicios de la sala masculina, a la ducha… y en fin, decidí que otra vez sería. Para no parecer un guarro, le hice creer a Lara que ya tomaría mi ducha cuando volviera a coger el tren, pero ya sospechará el avispado lector que nunca ocurrió tal cosa, y que fié mi suerte a la posibilidad de que, en el maremagno de olores del tren, el mío (que, pese a las masivas aplicaciones de desodorante, ya empezaba a ser sospechoso) no destacaría especialmente. Tras discutir acaloradamente la tarifa del taxi (en la foto, el tonto que saluda brazos en alto soy yo), nos encaminamos al aeropuerto: íbamos medio justos de tiempo, y nos topamos con un atasco monumental, en ocasiones generado por agitadores electorales que, megáfono en mano y en medio de las calles, arengaban a las masas a no sé qué movilizaciones. Ya escribiré un post sobre los hábitos de conducción aquí, porque la cosa lo merece, pero el taxista éste se salió, empleándose a fondo en una conducción temeraria, rayana en lo delictivo, que milagrosamente no causó victima alguna, pero que consiguió que llegáramos a tiempo al aeropuerto. A éste le das un buen coche, da igual que no lleve los difusores de los Brawn ni el KERS, y se lleva por delante a Alonso, Raikkonen y Massa juntos. Al llegar al aeropuerto, giró la cabeza y nos sonrió; pálidos como estábamos, todavía reponiéndonos del carrerón, creímos entender que mostraba satisfacción por el deber cumplido. Pero aún no podíamos cantar victoria, porque pese a la velocidad supersónica con la que habíamos llegado, apenas quedaban 50 minutos para que partiera su vuelo, internacional por más señas. Así que, mientras yo me iba a recoger apresuradamente (todo lo que la habitual parsimonia de los locales me permitió) sus maletas, que por la mañana habíamos dejado en una consigna, Lara se fue para los mostradores a hacer valer sus derechos. Cuando volví a la terminal, un tipo de la compañía aérea estaba en la puerta, walkie-talkie en mano, esperándome para coger las maletas. Final feliz. Y en realidad, hasta divertido. Porque, reconozcámoslo, todos hemos querido ser alguna vez ese pasajero despistado al que se reclama insistentemente por la megafonía del aeropuerto (ay, dónde me dejaría el Whisper XL) y al que, al final, una nube de empleados conduce velozmente por los pasillos hasta llegar a tiempo a subirse al avión. Más sosegado, me volví a montar en el taxi que me trajo, que me condujo de nuevo a Howrah, aunque ya sin ritmos meteóricos.

El viaje de vuelta en tren fue también peculiar. Estaba aparentemente solo en mi compartimento, asiento 49, lo que suponía que tenía una de las literas de abajo (en el de ida había dormido en la intermedia, pero en realidad, por supuesto, ¡lo que quiero es que me toque la de arriba alguna vez!), cuando apareció un señor que, de manera asaz autoritaria, reclamó ese asiento como suyo. Algo azarado, me puse a buscar el billete (por qué será que, cuando uno lo necesita, siempre tarda horrores en aparecer, y te ves obligado a soportar ese rato en el que el revisor te mira de reojo, mientras simula escribir algo en su cuadernillo, como diciendo, vaya, vaya, otro listillo que se ha colado; tú piensas: cabrón, cómo estás disfrutando de mi momento de apuro, así que, cuando finalmente aparece y se lo tiendes, y a pesar de que sabes que es una reacción algo infantil, no puedes reprimir el sentimiento de revancha, toma, qué te creías; peculiar duelo, algo estúpido, entre revisor y cliente, tantas veces repetido). Finalmente, conseguí encontrarlo y él, tras examinarlo cuidadosamente, aceptó que era yo el propietario del asiento, no sin antes hacerme notar que mi nombre no aparecía en la lista de reservas. Más adelante entendería la razón de su minuciosidad. El tipo, de unos 50 años y con un muy buen inglés (entiéndase, para los parámetros locales), se sentó en el asiento de enfrente y me preguntó inmediatamente por mi país de procedencia. Ésta es la pregunta más habitual que te hacen aquí por la calle, cuando alguien se atreve a romper la barrera de la timidez y te aborda. Normalmente, cuando contestas Spain, recibes como única contestación un aaah, Spain, que resume, simultáneamente, la admiración por lo exótico y lejano, y también un cierto reconocimiento de ignorancia, pues la conversación suele quedarse estancada en ese punto, aaah, Spain, se acabó, ya no sé qué más decir. Esto de que aquí no tengan gran estima por el fútbol limita mucho las conversaciones, en otros países siempre está la socorrida continuación del ah, Real Madrid, Barcelona, Messi, Casillas, etc., que me ha dado oportunidad de disfrutar de extrañísimas a la par que apasionantes conversaciones, como aquélla con un mafioso búlgaro en los bajos fondos de Istambul, quien paseaba por allí tras haber cerrado, imagino, algún negocio de trata de blancas, y en la que acabamos hablando del buen corazón (no sería en el campo) de Hristo Stoichkov. Conversaciones simples, sobre los asuntos importantes de la vida, el fútbol, quizás algo sobre tías; vamos, las que nos gustan a los hombres, a quién se le habrá ocurrido inventar conversaciones sobre otros temas, para qué, ganas de liar las cosas :) Pero mi compañero de viaje fue más allá y se interesó por los motivos de mi estancia, el lugar donde residía, etc. En fin, un interrogatorio completo, en el que me pareció percibir algunas cuestiones diseñadas para incurrir en contradicción, de ésas que los alumnos, en los exámenes, bautizan como “las de ir a pillar”. Todas las piezas del puzzle encajaron cuando pasé a la ofensiva y le pregunté por su trabajo: ¡inspector de policía Samir Kumani, jefe de la policía de las Indian Railways en Kolkata! Quien viajaba a Purulia para testificar en un caso de robo de material ferroviario acaecido como 10 años antes (los ritmos de la Justicia parecen ser igualmente lentos en todas las partes del mundo). Como se ve que había superado sin mancha el interrogatorio, iniciamos una interesante conversación, en la que tuve la oportunidad de preguntarle por un montón de cosas, sobre todo las elecciones y la política india, de la que me dio una versión bastante completa, aunque él se confesó firme partidario del Partido del Congreso y mostró ciertas desavenencias con el Gobierno local. Como respuesta a mis preguntas, pero también como indudable muestra de orgullo profesional, pasó a enumerarme toda la lista de crímenes en cuya investigación se había visto envuelto en su trabajo policial en los ferrocarriles. Debo reconocer que la variedad de actividades delictivas, que incluían asesinatos, hurtos de todo tipo, linchamientos, etc., no fue algo que calmara particularmente mi espíritu, sobre todo con vistas a mis proyectados viajes en tren por la India, pero no pude evitar pedirle detalles de los casos más escabrosos. Y allí, sobre la marcha, mientras el inspector desgranaba sus éxitos y fracasos, fue tomando forma una idea, que probablemente nunca se tornará real, pero que por un momento se me antojó excitante: a saber, la de escribir las aventuras y desventuras de un inspector de los ferrocarriles de West Bengal, el trasunto indio de mis héroes favoritos, Montalbano, Brunetti o el mismísimo Kurt Wallander. ¿A que molaría? ;)

En fin, cuántas ganas de escribir sobre las cosas más diversas entran aquí. Ganas como las que han alimentado estos posts, suerte de trilogía de Kolkata a la que doy cierre y finiquito en este punto. Gracias por la atención.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues yo no me quedo con las ganas de opinar. El relato fue precioso, a mí como mujer no me importaría que escribieran sobre mí con tanta delicadeza y sutileza. Aunque supongo que a quién no le hará ninguna gracia es a la pareja de la protagonista!!!!! A tomar por saco todos nosotros, sigue escribiendo lo que te dé la gana, éste es tu espacio.ra
PS: si es que hay que pedir el Tikka Masala, que está mucho más bueno, vas a comparar...
PS1:tú sudando y nosotros aquí congeladitos!

Anónimo dijo...

Molaría muchísimo un inspector de policía en la India. Ahora se multiplican las novelas de este género- sobre todo, suecas- así que vete pensando en el ambiente y tomando notas. las últimas de Camilleri son bastante cortas y sencillas. Los tres capítulos de kolkata, estupendos; y lo que se ha armado con el relato nocturno? me encanta cómo nos involucramos; anda, provoca, provoca...

Anónimo dijo...

Para el que le pueda interesar, creo Pablo que en algún post te preguntabas de donde venía la expresión "Pasar una noche toledana"
Pues ahí va:

Se dice de la persona que ha pasado la noche sin poder dormir, a causa de
disgustos o molestias. Este modismo proviene, según el maestro Gonzalo
Correas, de que las mozas toledanas del primer tercio del siglo XVII creían
que el primer hombre varón que oyesen a partir de las 12 de la noche del día
de San Juan se convertiría en su marido. Otra versión más dramática afirma
que la expresión noche toledana se refiere a una terrible madrugada del año
806 en la que Amrus-al Lleridi, wali de Toledo, reunió en su palacio, so
pretexto de celebrar un banquete, a 400 -hay quien dice a 700- muladíes
toledanos, sospechosos de rebeldía contra el califa de Córdoba, su señor.
Cuando los invitados se encontraban entregados a los placeres propios del
festín, Amrus los mandó acuchillar hacia medianoche. Los cadáveres fueron
arrojados a un foso, y las cabezas se expusieron para escarmiento de la
población."

Y me uno al comentario anterior, "molaria muchisimo" además seguro que acabaría siendo un best seller! recopila información y cuando vuelvas, te planteas si vas a escribir un libro o una trilogía porque te va dar para más de uno. Por la editorial dont worry! se te rifarán!

Anónimo dijo...

1. Magnifica trilogía sobre la escapada a Kolkata y las andadurías con Lara. No me extraña la expresión de quienes al volver de la India dicen que la intensidad de sus contrastes es abrumadora. A mí se me ponen los pelos de punta con los detalles que das...
2.Mi tercer voto ( o el que sea) en positivo para un libro sobre el Inspector ....( la elección del nombre será crucial). Que tenga mas toques de Montalbano que es de los tres que nombras, mi favorito.
3.Con tan completa y pOfesional explicación sobre "la noche Toledana" ya no tengo pretexto para irme con unas amigas de juerga a Toledo y preguntarlo "in situ" :). ¡Yo iba con toda mi intención investigativa! De todas formas te agradezco el "favor" que indirectamente me has hecho lanzando la pregunta. A saber, yo soy el típico malo de la muerte para contar chistes, o porque se me olvidan o porque me da la risa antes de terminar y eso al público no le mola. Pero llevo una semana siendo el gracioso del grupo porque a todo el que le pregunté que si sabia de dónde venía la expresión, me decían que ni idea, pero les daba la risa.:)
4.Sobre el relato nocturno y la que se montó, no me entero del porqué, el caso es que también me hiciste un favor. :) jajajaja
Hala, a cuidarse.

Anónimo dijo...

excelente sin más

Anónimo dijo...

...macho que pasada de trilogia estos post son impresionantes pero hay que reconocer que de este blog los coments se llevan las palmas muchas veces, me veo representando a tu club de fans "LOS IMPURULIOS PARES" contra "las beatas", habemus peña pá estas fiestas, es divertidisimo el debate, en fin a tu aire...

ahh que sepas ¡¡¡¡NOS VAMOS A LA CIBELES!!!!

Anónimo dijo...

...no hay nada como el debate para activar las neuronas.
Veo que alguno más se une a mi idea de que ya tenemos un trilogia.

En cuanto a los trenes no te preocupes, la Presidenta de la India, ha estado hasta ayer en visita oficial a España y la han llevado al control central del Metro de Madrid para que vean como se deben de controlay mejorar estos aspectos en la India.
Lo que no sé es si les dara tiempo antes de que tú vuelvas a implantar estos sistemas.

...en cuanto al relato erotico, creo que conseguiste lo que pretendías, describir de manera sublime lo erotico y en el fondo, crear un espejismo en el que cada uno podía pensar si eso era realidad o ficción.
Por lo que cada uno es el que ha dado la interpretación al tema, cada uno a añadido su parte personal a la interpretación.
Como dice el refran "No hay palabra mal dicha sino mal interpretada".

Espero que nos cuentes si ya tienes identificado a todos los anonimos del blog.

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