Algunas de las cosas que veo o vivo aquí no llegan a conformar un post entero. Tampoco, a pesar de mi reconocida habilidad para ello, se me ha ocurrido cómo colarlas de rondón en alguno que hable de otra cosa. Así que he decidido reunirlas en forma de escenas, una suerte de entremeses cervantinos. Ahí van.
Escena 1. Romeo y Julieta.
Cuando me despierto, como a las 6 de la mañana, el colegio ya lleva un buen rato de actividad. Una vez duchado, me acerco al corredor donde las niñas corretean y juegan. Como por ensalmo, Rupa detecta mi presencia por los alrededores y me saluda, desde algún lugar que no llego a vislumbrar, con un Dada, goooood morning. Me acerco entonces al enrejado del corredor y allí nos encontramos, frente a frente: nos miramos, nos sonreímos, unimos nuestras manos a través de la rejería, y mientras jugueteamos con ellas, nos dedicamos amorosos saludos y fórmulas cariñosas: how are you today? Did you have breakfast? Nada muy sofisticado. Pero a mí se me antoja una elegante repetición del cortejo de Romeo y Julieta.
Escena 2. Lavando la ropa.
Creo que ya he comentado alguna vez que, de las muchas comodidades que aquí no tengo, una de la que más echo de menos es la lavadora. Cada día, provisto de dos cubos, llevo mi ropa a lavar al pozo. Uno sirve para enjabonar, el otro para aclarar. El proceso es de lo más penoso y lento: llena un cubo, dándole a la manivela de la bomba, vacía el otro, y vuelta a empezar. Afortunadamente, aquí no hay que preocuparse de distinguir entre ropa blanca y de color, distinción que allí en España siempre me resultó un arcano indescifrable: ¿por qué hay ropa de color que puede meterse en la lavadora junto con otra blanca -y viceversa-? ¿Dónde está el límite, cuáles sí y cuáles no? Ay, qué difícil. Pero aquí estoy a salvo de esos jeroglíficos cromáticos. Y solo tengo que preocuparme, que ya es bastante, de frotar furiosamente las manchas y de aclarar concienzudamente. Nilima, que es un amor, me suele echar una mano. Nilima es de lo más tímida, pero es lindísima, muy oscura de piel, y tiene una sonrisa luminosa. El primer día me dediqué a observarla, para aprender cómo se lava la ropa aquí. Se coge cada pieza, se frota, se golpea con fuerza contra el suelo (no usan tabla de lavar), así, tac-tac-tac, tres veces; se estruja, y otra vez tac-tac-tac, hasta que toda la suciedad acumulada, que aquí es mucha, se escapa por el desagüe. Yo pongo mucha voluntad, además de abundantes chorros de sudor, que el sol cae a plomo. Nilima me observa, pero llegado un momento, decide que ya es bastante y me dice Dada, sit. Y retoma la labor, mucho más rápida y eficiente: la fuerza no lo es todo, donde esté la maña. Yo me siento en el pretil del pozo, la observo, y me dejo hipnotizar por el sonido rítmico de su enérgico tac-tac-tac, mientras sonrío agradecido. Cuando termina, tan tímida ella, apenas esboza una sonrisa, y desaparece. Pero aseguraría que se marcha pensando para ella lo de “¡Hombres….!”
Escena 3. El porteador de frigoríficos
Cuando compramos el frigorífico, mi mayor preocupación era cómo iban a transportarlo hasta aquí. Aunque no sabría precisar su base científica, siempre había oído que se trata de un transporte especialmente delicado, nitrógenos que se descabalan, asentamientos de gases. Pensaba yo en el horroroso camino que lleva hasta aquí, en esos baches que son más bien trincheras. Pero confiaba en que los de la tienda, profesionales ellos, se habrían visto en la misma situación antes, y que sabrían elegir el vehículo adecuado, además de la manera de asegurarlo al mismo. Así que mi sorpresa fue mayúscula cuando vi llegar el frigorífico a los lomos de un rickshaw, el triciclo que aquí se usa como transporte (¡pero de pasajeros!). Cómo consiguió pedalearlo hasta aquí el conductor, un tipo enjuto, o mejor, esquelético, es algo que no alcanzo a comprender. Miraba yo a mi alrededor, buscando quién podría ayudar en la descarga, cuando el tipo, sin avisar, se echó a la espalda la nevera (supongo que mascullando la versión hindú del clásico chascarrillo “¿dónde se la meto, señora?”), qué sé yo, ¿cuánto pesa una nevera, 80 kilos?, y con ella a la espalda (ni que fuera de Bilbao, pero del mismísimo centro, ¿eh?), formando su tronco y sus piernas un ángulo imposible, se largó todo el camino hasta la cocina, varios tramos de escalera incluidos. El premio para este alarde fue una propina de 100 rupias, que viene a ser como euro y medio. Yo creía que los atletas olímpicos estaban mejor pagados.
Esecena 4. Las fortalezas volantes.
Noche cerrada en mi habitación. Las ventanas están abiertas, para animar al escaso vientecillo que sopla a que se pasee por la habitación y rebaje el sofocante calor. Estoy en la cama, protegido por la mosquitera. Apenas se oye el sonido de algún grillo y, de vez en cuando, el lejano pitido de un tren (también los trenes se pasan el trayecto pitando todo el rato). Entonces lo oigo. Ha entrado. Está aquí. Puedo seguir su trayectoria en la oscuridad. Procedo a calcular mentalmente su velocidad, momento y volumen siguiendo su zumbido y el sonido que hace al chocarse con alguna pared. Croc. Cocroc. Sí, definitivamente el de hoy no es un caza ligero, decido, es un bombardero B-52. Manejo ecuaciones, calibro parámetros, realizo estimaciones, para determinar si la consistencia de la mosquitera será suficiente. Al rato, el bicho, en su errática trayectoria, choca con la red y rebota en ella. Aguanta. Estoy a salvo. Me duermo.
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5 comentarios:
En España empiezan las vacaciones de Semana Santa y por una vez en muchos años me tomo la semana entera de vacaciones, pero me lo estoy pensando, y diras ¿porque? Por que me voy a perder tus post, hasta que localice un sitio donde acceder a Internet.
Espero que en estos días sigas la productividad española, para que no pierda cosas importantes.
Hasta la vuelta.
1.Que lindooo... 2. Qué labor y qué mérito!! 3. Qué duro...describes al porteador del Ricksahw como los que describe D.Lapierre en "La Ciudad de la Alegría"...él da el "detalle" de lo que puede llegar a comer uno de ellos al día...no sé cómo pueden ni tirar del triciclo... 4. En la oscuridad y ante la falta de visión los demás sentidos se agudizan ..tranquilo, el bicho no es tan grande como parece. ;)
Yo me quedo en tierra esta SS, con el consabido consuelo de los que nos quedamos cuando la mayoría se va de la city, sí, aquél de que se esta de vício en un Madrid casi vacío...aja!... besos
Acabo de leer desde el 22 de marzo hasta ayer y estoy totalmente enganchada a tu nueva vida. Desde ahora estaré más al tanto para leerte más a menudo.
En el fondo creo que te has ido aparte de para vivir esta nueva experiencia, para poder escribirla y contarla, porque estoy segura que cada hecho que relatas lo disfrutas mucho más al darle forma para plasmarlo por escrito que cuando lo has vivido, no??, al menos esa es la sensación que me ha quedado después de estar más de una hora leyéndote (sí, desde el trabajo, qué pasa? hoy apenas tengo curro, el gran jefe ya se ha marchado de vacaciones!).
Cuídate mucho Pablo!
Un besote muy fuerte,
MERCHE
Sr. Gallardo,
A mí me sigue emocionando la ternura que transmite con sus palabras...
El "Dada, sit" de Nilima me ha recordado a todas esas personas que, sin esperar nada a cambio, ni reconocimiento ni protagonismo, realizan una labor generosa y entregada, simplemente, porque esa tarea, aunque no sea la más atractiva, es necesaria.
Gracias por fijarse en ella!
Siga cuidándose mucho! Y, por favor, no se enfade por continuar tratándole de usted! ;-)
Bss
Hola Dada. Mas que entremeses cervantinos me ha sonado a Platero y yo de JuanRa. Sigo con avidez los posts, que los leo más o menos cada 2 ó 3 días. Yo también leo los comentarios. Algún día se abrirá debate entre los comentaristas. Por cierto el jueves estuve "arrastrándome" con viejas glorias. Como cada año cumplo lo que amenazo, y voy un día a joderme las rodillas. El ambiente está un poco enrarecido, ya se sabe cuando no se gana, todo son problemas. Ya les dije: "en cuanto entre la pelotita, todo se arreglará". El problema es quién va a meter la pelotita, entre muletas y prótesis, no ganamos para sustos. Muchos besos
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