Las masajistas bizcas

Sucedió en Mumbai, en el aeropuerto. Tenía por delante como 5 horas de espera hasta que saliera el avión para Kolkata. Los libros, facturados en la maleta; sin internet en la sala de espera; imposible darse una cabezada en aquellos horrorosos asientos... y entonces, se me abre el cielo: en una esquina de la sala, un letrero luminoso indicaba que allí daban masajes en los pies. Probablemente habría entrado incluso de haber estado rodeado de huríes danzando ligeras de ropa, que uno tiene un aprecio especial por el arte de la reflexoterapia, con el panorama alternativo que me esperaba, aquello me sonó a gloria.

Así que entré, el encargado me informó del precio, que no discutí porque a esas alturas todavía no me había hecho a la aritmética de la rupia, y me senté en el sillón. Entonces, ceremoniosamente, entraron las masajistas: dos, pequeñas, delgaditas, muy oscuras... y bizcas ambas. Una se dirigió a mí, la otra a la señora que entraba al tiempo que yo. Mi desconcierto aumentó cuando una tercera niña, que apareció portando una bandejita con té, resultó ser también bizquita.

Allí mismo empecé a elaborar mentalmente alambicadas explicaciones sobre huérfanas de la misma familia, con cierta disfunción genética, que habían sido recogidas en algún hospicio y redirigidas, finalmente, a una profesión y a un lugar que, comparado con lo que he visto luego, reunía unas excelentes condiciones.

Pero para entonces la masajista ya empezaba a trabajar en mis pies, aplicando una fuerza que no parecía salir de aquellos brazos minúsculos; empleando nudillos, dedos, muñecas, consiguió que fuera abandonándome al sueño y al disfrute del masaje.

Así que, cuando terminó, media hora después, con un apenas perceptible "I have finished, sir" acompañado de una media sonrisa, sentí que aquella mirada, esquiva y estrábica, era de las más dulces que había visto en mi vida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Está claro que sabe cuidarse, Sr. Gallardo!

Aunque, sea sincero. ¿Renunciaría a estar rodeado por las más bellas mujeres virginales, a cambio de un "masaje en los pies"?

Vale, vale, ya nos ha dicho que, en la India, la escala de valores cambia! :-)

Bss

Anónimo dijo...

Sólo te falta que nos digas que la Musi es la segunda mejor caída de ojos que has visto en tu vida... De verdad, que una cosa es un masaje bien dao' y la otra perder la objetividad (será el jet lag) ¡¡¡

Sigo con interés tus correrías. Suerte ¡¡¡¡¡¡

El lobo

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