Dónde estoy

En el culo del mundo. "In the middle of nowhere" could be also fine. En un momento seré más preciso, pero prefiero empezar con esta descripción, algo descarnada, pero realista. Quizás en algún momento pueda ilustrarla con fotografías, por ahora no tengo internet propio y mi ordenador se ha escacharrado.

Estoy cerca del poblado de Katanga (que ni es poblado ni es ná), a unos 50 kilómetros de Purulia, una ciudad de tamaño medio del Estado de West Bengala, que a su vez está a unos 300 kilómetros de Kolkata (Calcuta). Esto es un colegio/residencia/orfanato que atiende a niñas de las aldeas vecinas. No sólo huérfanas, algunas familias envían a sus hijas para que reciban aquí su educacón. Está regentado por unas "monjas" que pertenecen a una extraña religión, de la que hablaré en un momento. La directora del colegio se llama Didi Ananda Vratiisha. Didi significa algo así como hermana mayor, y las niñas se dirigen a mí como Dada, que sería hermano mayor (Dada, good morning; Dada, how are you?). No llego a ser Baba, se ve que me faltan algunos años o quizás escalar en la jerarquía de la religión para ser una especie de Padre. Por cierto, Didi sigue sin creerse que tenga ya mis añitos, insiste en que parezco de 27 o 28, y debo confesar que no hago muchos esfuerzos por rebatirla, sino que me limito a exclamar "oh, thanks, Didi, I love you so much!" :) (pero es que aquí la gente se estopea muy rápidamente).

Cuando llegué no sabía de este toque pseudoreligioso, pero lo cierto es que no resulta desagradable en absoluto. Esta religión, o lo que sea, es una suerte de mix entre cristianismo y hinduísmo, con toques de humanismo y dedicada a ayudar a los pobres, muy en plan misionero. El logo del movimiento es de lo más chocante: una especie de estrella de David en la que se inserta ¡una cruz gamada! Que no deja de dar mal rollo de primeras, pura contradicción. Pero es que la cruz gamada es un símbolo hindú bien antiguo, desde luego previo a su asociación con el nazismo. El fundador debe de ser el tipo, de notable parecido al último Sha de Persia, que he visto en unas fotos que tienen en el altar donde se desarrollan las sesiones de meditación. Creo que ya palmó hace unos años, pero todavía me tengo que enterar de más detalles.

Leo lo escrito hasta aquí y casi entran escalofríos: monjas, monasterios, símbolos esotéricos, altares... Pero en realidad la cosa no es para tanto, tranquilos, no volveré con la alegre tonadilla del hare-hare, hare-krishna, jaaaa. La vida, aunque ajustada a unas normas algo peculiares, es muy tranquila, centrada en la educación de las niñas.

Son peculiares por varias razones. Primero, los horarios. Las niñas empiezan el día a las 5 de la mañana, con una sesión de meditación acompañada de cantos y bailes. Y nos dormimos como a las 8 (anochece pronto aquí, de todas formas, como a las 6). Yo todavía estoy medio groggy del jetlag y el viaje, así que apenas he pegado ojo: me despierto a la 1 de la mañana, estoy en vela toda la noche y cuando parece que pillo el sueñecillo, se ponen mis niñas a cantar y hala, pa'rriba.

La segunda cuestión relevante es que en realidad yo no debería estar aquí. Es un colegio de niñas, y lo habitual es que sean voluntarias femeninas, parejas a lo sumo. Sería largo contar cómo he acabado aquí, pero el caso es que me acompaña la sensación de estar viviendo una experiencia que en ningún caso me corresponde, lo que me produce una mayor emoción. Eso sí, tengo que lidiar con algunas limitaciones: aunque me puedo mover por casi todos los sitios con libertad, y todo va con mucha naturalidad, no puedo, por ejemplo, estar en el corredor donde viven las monjas, en el piso superior. Un día tuvo que venir Didi a mi habitación, para instalar una impresora que hemos comprado, y vino acompañada de una señora, que se puso a coser allí (¿cómo se llamaban las que acompañaban antaño a los novios en sus primeros paseos?, pues algo así). Hasta hoy había otras tres voluntarias, dos señoras británicas absolutamente encantadoras y una brasileira de 23 años, simpática pero algo despistada. Sobre ellas hablaré más adelante. Me han servido de mucha ayuda, porque llevaban unas semanas aquí, pero se hoy se han ido, veremos cómo va la cosa sin ellas.

Lo increíble del asunto es que, en estas circunstancias tan extremas, he encontrado a algunos personajes absolutamente fascinantes, de los que me ocuparé en próximos posts. Y el propio colegio, su funcionamiento, es extraordinario. Ya os iré contando qué estoy haciendo, y qué cosas tengo pensado empezar a hacer. Os gustarán.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué grande eres, Pablo!

En apenas una semana tienes controlada la situación!

Estoy deseando saber qué proyectos has ideado para hacer allí con las niñas!!

Siga cuidándose mucho, Sr. Gallardo!

Bss

Anónimo dijo...

Qué gracioso lo de la carabina! Eso es porque no se creen lo de tu provecta edad, je, je, je. ¿Cuántas niñas hay, qué edad tienen? ¿Qué clases tienen? ¿Ya conoces con las que vas a trabajar?

Chico, es que toda la información se hace poca.

Cuídate mucho, pitufo.

Anónimo dijo...

Este viaje va a dar para más de una novela!!! Eso de vivir una experiencia que no te corresponde tiene su cosa, ¿cuanta gente puede decir lo mismo? El punto de vista que adquieres es único. ¿al final no vives con una familia? Has dejado muchas cosas en el aire (como es normal), así que esperamos impacientes tus proyectos y tus puntos de vista de ese nuevo mundo en mitad de ninguna parte!!!
Sigue disfrutando y dandonos envidia

Bss

Anónimo dijo...

creo que la palabra envidia se repetirá muchas veces a lo largo de este viaje, pues sí estamos todos envidiosos y a la vez muy contentos de ver como te desarrollas en ese mundo que entiendo fascinante por tus historias estoy alucinando con cada capitulo que leo, y eso que siempre voy con retraso, tenia previsto solo poner los resultados del futbol pero la lectura de hoy no me ha dejado otra opcion que empezar a contarte lo que he sentido leyendote, te deseo mucha suerte y espero impaciente el siguiente capitulo. un abrazote...

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