Hemos coincidido en el orfanato con otras tres voluntarias, un overbooking inesperado que al principio no nos hizo mucha gracia. Nada nos había dicho Didi, aunque como ella misma señaló, quizás de haberlo sabido habríamos cambiado nuestros planes. Las voluntarias son medio peculiares: una de ellas, una yankee de Boston, se ha pasado casi cuatro meses aquí, pero se ve que todavía no le ha dado tiempo a sacarse el chicle de la boca, yo no le entiendo la mitad de las cosas que dice (sorprendentemente, las nenas sí parecen enterarse). La segunda es una británica, ¿cómo la describiría?, una suerte de Wayne Rooney (el del Manchester), pero en versión femenina. Parecería más probable encontrársela en una fiesta alcohólica de Ibiza que aquí, pero los caminos de Baba son inescrutables. La tercera es una dentista sueca que se ha tomado un año sabático para darse vueltas por la India. Las dos primeras son casi unas teenagers, y en este tiempo han vuelto medio loca a Didi, pues casi no han parado en el orfanato, y se han dedicado más bien a vivir la noche jaipureña, para gran escándalo del vecindario, que alguna noche las vieron volver en varios jeeps acompañadas de legiones de hombres. Sospechamos que hay algo de exageración en la descripción (sobre todo en el recuento de hombres), pero en todo caso no parece un comportamiento adecuado para estas latitudes. El resto del tiempo se lo pasan metidas en la habitación, chateando con el ordenador o durmiendo (la mona, imagino), sin hacer mucho caso a las nenas. La impresión que da es que han tomado el orfanato como una especie de alojamiento económico, y que no se toman lo del voluntariado muy en serio. La sueca, pese a que también se da sus buenos paseos, colabora al menos, echando una mano a las niñas con sus estudios.
Solo el domingo pasado, por aquello del Eastern (domingo de resurrección), las voluntarias decidieron organizar una fiesta para las nenas. Se lo montaron bien, la verdad, y las niñas (y yo mismo, jejeje, véanse las fotos) disfrutaron de lo lindo: hubo juegos (sillas musicales, pasarse globos), bailes de Bollywood y típicos rajastaníes, tartas al final… En la foto, Nidhi (mi favorita), Deepa (la de Irene) y Redeema (el juguete de tres añitos), lucen vestidas de lagarteranas locales.
Pero la situación seguía siendo tensa, y ayer explotó. Desde que llegamos, la Didi ha pasado completamente de ellas, y solo tiene ojos, oídos y tiempo para nosotros. No creo que antes les hiciera mucho caso, salvo para abroncarlas periódicamente por su actitud, pero se me antoja que lo de estos días ha sido excesivo. Quizás por eso, las dos teenagers han anunciado que se largan del orfanato el jueves. Tampoco es que se las vaya a echar de menos. Pero creo que en estos dos días que quedan tendremos que mediar un poco para que la despedida no sea muy agria. Didi, aunque muestra paciencia infinita, tiene también su carácter (¡mucho!), y será mejor que estemos atentos a los acontecimientos, en el papel de cascos azules.Como ya he contado alguna vez, Didi Gautami, que tiene como unos 45 años, aunque aparenta bastantes menos, sufre desde hace unos 15 años una terrorífica artritis reumatoide, que ha deformado casi todas sus articulaciones y le impide moverse con facilidad. Parece mentira que, en esas condiciones, haya podido levantar este sitio. Aunque quizás no sea tan extraño, pues ha estado acostumbrada desde muy joven a organizar, a tener mando en plaza y a manejar cuanta dificultad se le presente con una mezcla de astucia e inteligencia. En algún otro post contaré algunas de las aventuras de su vida, que son apasionantes. Pero como botón de muestra, ahí va la siguiente historia.
Una mañana, al llegar al orfanato, vimos un Dada en la habitación de Gautami, con las luengas barbas y el habitual desaliño que acompaña a los Dadas, bien diferente de la pulcritud con que visten las Didis. A falta de mejor nombre, lo bautizaré como el Dada-gorrón. Estaba pegado al ordenador, revisando su email primero, luego leyéndose las noticias en un periódico electrónico, luego… Cuando consideró que tenía suficiente, reclamó que le encendieran el ventilador, pues el señor tenía que meditar y no convenía hacerlo en malas condiciones. Irene y yo fumábamos en pipa con cada abuso del gorroncete, pues además del uso indiscriminado e inmerecido de los recursos locales, su actitud obligaba a la Didi a estar fuera de su habitación. A la hora de comer, el marqués apareció tarde, pero reclamó, y no crean que de buenas maneras, una abundante ración. Después de ponerse como el tenazas, simplemente se levantó, nada de lavar su plato, y se volvió a la habitación, a seguir meditando. Los ronquidos que se oyeron un rato después daban fe de que ya debía de andar por el quinto chakra, por lo menos. Al ver que Didi toleraba los abusos, decidimos darnos una vuelta, para no armar un altercado. Al volver, descubrimos, y así nos lo confirmó Gautami, que la luz se había ido. Hacía un calor de muerte, y de la frente del Dada, justo por debajo del turbante, empezaban a caer unos chorretones de sudor abundantes. El Dada-gorrón decidió que allí ya no se estaba tan cómodo, así que optó por marcharse. Inmediatamente después, Didi dio una orden a una de las niñas, y la luz volvió al instante. Didi, ¿no habrás apagado los plomos? Oh, Pablo, perdóname, pero ¿qué podía hacer?, no podía echarlo, sería una falta de respeto, pero ya estaba tan harta… ¿Perdonarte?, jajajaja, pero Didi, ¡has estado brillante!
En esta tierra, hay quien sabe combatir los abusos con sutilezas.
1 comentarios:
Brilliant indeed Didi Gautami!
On the other hand it might be true you are not the sameone anymore, despite of the fact that the yankee and rooney´s girls behavior was not what anyone expects from a volunteer, I am surprised of you being judgmental about their "party time" :-O !?!
Anyways...
Given the resent soccer results. I...might....congrat...ula...te you....iggg.Not eassy but I don´t want to become a Mou´s eco... Absolutely despicable!
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