Relatos nocturnos

1. Un cuento, un sueño

Anoche me ocurrió una cosa extraordinaria. Soñé un cuento. Lo soñé escrito en letras de imprenta, ocupando las páginas de un libro. Un relato completo, redondo, con situaciones mágicas, escenas maravillosas, personajes cuyas vidas se entrelazaban de manera intrigante. Justo estaba acabando, con un final emocionante, cuando me despertaron los cánticos de las niñas. Corrí hacia el cuaderno, pero los párrafos iban borrándose de mi memoria con cada uno de mis movimientos, y apenas acerté a rescatar un par de frases ingeniosas. Las leo ahora, escritas con letra irregular, y no logro recuperar la estructura en la que estaban insertadas. Qué misterioso, el cerebro, cómo produce más allá de lo que uno realmente controla. ¿O será que en esta tierra son los dioses los que escriben las historias más maravillosas en la punta de la lengua? Como sucedía con la diosa Namagiri y los teoremas y fórmulas de Ramanujan. Mientras escribo esto, mi lagarto favorito me mira fijamente desde la pared, preguntándose si no habré perdido la cabeza.

2. Sunita y las noches pares

Una de cada dos noches, Sunita viene a mi habitación. La primera vez pidió permiso, siempre reverencial, Dada, may I come in? Desde entonces ya no lo hace. Mejor. Entra en la oscuridad y con las manos tantea hasta ubicar el final de la cama y mis pies que casi sobresalen. La oigo moverse, noto cómo deja caer su sari al suelo. Levanta la mosquitera y gatea dentro. Yo estoy tumbado, apoyado sobre mi costado, y ella se desliza hacia el hueco que dejo entre mi espalda y la pared. Noto el calor de su cuerpo, que se pega al mío, y así se queda un rato. Entonces, dulcemente, me reclama, Dada. Y me muerde, clavando sus dientes en mi espalda, con fuerza al principio, suavemente luego, hasta que únicamente siento sus labios. Me giro. No nos besamos. Ella no quiere. Yo la busco pero ella me entrega la mejilla, el cuello. Se estremece y se ríe cuando le muerdo la oreja. Estoy casi preparado, pero ella se asegura usando sus finas manos. Rueda sobre mí hasta quedar encima. ¡Es tan ligera!, apenas necesita que la eleve con mis manos, que agarran fuertemente sus caderas, mientras se mueve rítmicamente. Al rato, se derrumba sobre mí y se queda con la cara apoyada sobre mi pecho, Daaadaaa, murmura en voz muy baja. Cuando termino, se deshace de mi abrazo y se despide dejándome un último mordisco en la espalda. Luego, silenciosamente, se marcha. Una de cada dos noches, Sunita viene a mi habitación. Por qué no vendrá todas.

3. Meditando en el tejado

En noches de luna llena, me subo a dormir al tejado. Hace calor, pero corre una brisa agradable. Me tumbo sobre una esterilla y me quedo observando las estrellas, que lucen espléndidas. Entonces medito. Como no conozco la técnica, dejo simplemente que mi mente repase lo sucedido durante el día. Rememoro las cosas que me han pasado aquí, las comparo con las que vivo allí. Y sonrío. Luego, mientras mi vista juega a viajar saltando de estrella a estrella, me voy durmiendo. Así, despacio.

4. Perdido en mi habitación

Hace un par de horas se fue la luz. La vela se está consumiendo. La batería del ordenador está a punto de agotarse. Tecleo velozmente para completar el post de hoy, porque quizás mañana ya no recuerde lo que quiero escribir. Me equivoco continuamente, presiono la Q en lugar de la A, la tecla de las mayúsculas... ¡rápido!, no queda tiempo apenas. Apresuradamente, logro escribir estas últimas palabras.

Han pasado unos minutos. No se quién está escribiendo esto, porque el ordenador se ha apagado. Yo estoy perdido en la oscuridad de mi habitación.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Leerte es como soñar despierto... Gracias.
Ideas:
Canción: la Macarena que ya te recomendó alguien hace tiempo, un hit indiscutible, el bailoteo un éxito asegurado.
Nuevo curso: cada curso, mi madre solía dirigir una obra de teatro en francés para sus alumnos. Escogía algún pasaje de un musical como los Miserables o la Bella y la Bestia, sacaba las letras (hoy en día está todo en Internet) y montaba la obra con sus alumnos tomando el musical como referencia. Buscaba piezas en las que hubiera muchos bailarines en escena para poder dar un papel a todos los alumnos.
Bon voyage.ra.

Anónimo dijo...

Sr. Gallardo!
La escena con la sensual Sunita es ternura, sensibilidad y un deleite para los sentidos y la imaginación. ¿Cómo lo expresó usted una vez? Ah, sí! Compromiso por cuidar el momento...
Siga cuidándose mucho! Bss

Anónimo dijo...

Como dice mi antecesor en el comentario, Sr. Gallardo¡¡¡¡
Despues de este post estoy buscandote editorial para la trilogia que vas a escribir porque esto es un exito seguro.

Besos y cuidate las noches impares, porque las pares ya sé que no lo necesitas.
Por cierto, ya nos contaras como son las noches pares de luna llena, porque deben ser la bomba.

Anónimo dijo...

Buenas noches!

Decididamente me vuelvo al castellano que tantos versos buenos nos ha dado....no soy capaz de expresarme en inglés por mucho que me guste vacilar. Es mas aunque hable en nuestra lengua madre no me vas a conocer...jejeje. Ventajas de que compartamos un vínculo tan diferente al de otros muchos.jejeje.

Solo puedo decirte viva la madre que te pario y sobretodo que te educó en el humanismo a ti, hombre de ciencias en esencia!!!

Hizo una gran labor, y además me sorprende leer pasajes tan bien narrados como el de Sunita. Gráficos, sensuales y con declaraciones implícitas llevadas con mano... podría decir que cuasi femenina.

Sigue haciéndonos disfrutar, en todos los aspectos de tu relato...

Ars longa, vita brevis.

Anónimo dijo...

"Tu me diste un papel demás de ese hombre escrito
y algún encanto maldito me diste encerrado en él".

Anónimo dijo...

Ser comedido es importante,la discreción es una cualidad...Relatas, casi describes,...,nos pones los dientes largos y nos dejas un sabor agridulce de un "digamos final" misterioso pero sutíl.

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