Sunita

Mantra:
Babanam kevalam.
Sunita es de seda.

Sunita ha sido un personaje central en este tiempo que he estado aquí, ya lo sabéis. Su nombre ha aparecido en varias ocasiones en este blog, y al menos una vez, ¡con ella llegó el escándalo! Pero, licencias literarias aparte, hoy llega el momento de contaros quién es realmente Sunita. Nuestra cocinera, mi cocinera. Aunque en realidad ella es profesora de costura, pero ahora no tiene clases, así que cuando hay voluntarios en el colegio, ella se ocupa de alimentarlos. En realidad me dicen que no ha ocurrido así con todos, depende de cómo le caigan. Se ve que yo le he caído bien, porque me ha cuidado, me ha alimentado: ha sido una madre para mí. Cada mañana, a mediodía, o ya por la noche, me llegaba su grito, agudo, PabloDada!!, convocándome a la comida correspondiente. Y allí acudía, gustoso, a deleitarme con las excelencias que para mí había preparado: arroz siempre, combinado a veces con patatas (casi siempre, reconozcámoslo, pero, ¡ay!, qué patatas fritas), vegetales variados, algún toquecito de mango dulce, o los maravillosos puris, una especie de crepes que me han enloquecido. Tanto, que he llegado a batir el record mundial (o al menos el regional, Khatanga village, Purulia District): creo que lo dejé en 34 una noche. Porque Sunita me los cuenta: en silencio, como distraída, sentada frente a mí, desgrana la cuenta mentalmente: uno, cinco, diez… How many, Sunita? Noooo, Dada, no counting. Sonrisa avergonzada. Hey, Sunita, come on, how many? Dada, thirty! Sonrisa desplegada. Orgullo de cocinera. Dada, more? Sonrisa pícara. Sure, Sunita, give me three more!

Sunita es elegante. Es guapa. No camina, se desliza por los pasillos. Pero una sombra de tristeza la persigue.

Babanam kevalam.
Sunita es de seda.
Pero hay tristeza en su corazón.


Creo que Sunita tiene como 35 años. Y por lo que me han contado, una vida dura a sus espaldas. Lo que sé de ella me lo ha contado Didi, porque Sunita no sabe mucho inglés. Nos manejamos con un vocabulario básico, muchas sonrisas, abundantes gestos, varios sobreeentendidos y unas pocas complicidades. Su desgracia empezó a los 15 años, cuando la casaron con un hombre de casi treinta. En fin, nada extraño en aquellos tiempos. Unos años después, al tipo le dio por encapricharse con otra, creo que Sunita los llegó a pillar juntos un día que volvía a casa. Ella, claro, exigió que la echara de allí. ¿Saben cómo se resolvió el asunto? Unos días después, el marido intentó matarla en la cocina, lanzándole ácido a la cara. En esta tierra va todo al revés: la traicionada paga el precio de la traición. Pero sobrevivió, o escapó, qué sé yo, sin aparentes heridas. Y pudo divorciarse. En la India el divorcio, aunque es legal, es sinónimo de vergüenza y desgracia. Sobre todo, entre la casta de los brahmines, la superior, a la que Sunita pertenece. Solo en casos flagrantes como éste parece ser –más o menos- aceptable. El resto de la historia es algo confusa, me la contó Didi muy al principio, cuando aún no le había cogido el truquillo a su extraño inglés. Parece ser que Sunita se casó de nuevo, pero su segundo marido se volvió loco al poco tiempo, y por ahí anda, no sé si encerrado o qué. Los renglones de la vida de Sunita se torcieron en un cierto momento. Quizás Baba interceda y consiga algún día que recupere la sonrisa. Yo creo que sería lo justo. Pero por si acaso, lanzo desde aquí mi maldición al canalla que llevó la desgracia a su vida.

Babanam kevalam.
Sunita es de seda.
Pero hay tristeza en su corazón.
Solo a veces sonríe.

Cada mañana, mientras remoloneo en la cama, o desde el tejado, mientras el colegio bulle de actividad, aguzo el oído para intentar captar el espíritu de Sunita. Hay algunos días en que me llega desde la cocina su canto suave y alegre, mientras prepara el desayuno. Entonces me visto rápido, corro a la cocina y desde la ventana la saludo, good morning, Sunita, good morning, Dada. Happy today?, y ella me devuelve una sonrisa por respuesta. No hace falta más. Otros días, sin embargo, por mucho que me esfuerzo, no me llega nada. En esos días no vale la pena correr. Luego, ya en el desayuno, la miro, le pregunto, y me dice bad, Dada, headache! Ella lo llama dolor de cabeza, pero yo sé que es tristeza. A pesar de eso, le suministro, a escondidas y con precaución, mis paracetamoles y mis ibuprofenos. A escondidas de Didi, que no es mucho de medicina moderna. Con precaución, porque sé que, pese a que le insisto en que los dosifique, ella se tomará dos o tres a la vez. Quien sabe, quizás sirvan también como analgésicos para el alma.

Sunita es dual. A veces es como una niña feliz. Como cuando jugamos al parchís (Ludo, lo llaman aquí), y a sabiendas dejo pasar una oportunidad de comerme una de sus piezas, haciendo como si no me hubiera dado cuenta. Dada, look!, señala la oportunidad perdida, y se ríe feliz, como la niña que quizás no le dio tiempo a ser. Le pido explicaciones, Sunita!, abro los brazos, como diciendo eeh, eso se avisa, y pongo cara de indignado. Aaahh, Dada, no, no, y se ríe más, echando la cabeza para atrás y achinando los ojos. O como hoy mismo, cuando le di mi regalo de despedida. Una armonía, o como se diga en castellano, ese teclado-acordeón que usan aquí para acompañar los cánticos. Fue, por cierto, sabio consejo de Didi, cuando le pregunté que podía regalarle: será para siempre y le podrá servir para dar clases; ¡convencido! Porque Sunita canta muy bien, y quizás con esto pueda ganar algo de dinero enseñando a las niñas. Sus ojos chispeaban acariciando las teclas relucientes.

Pero en otras ocasiones la veo vagar por el colegio, alimentando con desgana a los perros, o frente a los fogones, dejándose llevar por la melancolía. Yo no sé si es feliz aquí. Creo que echa de menos su casa, su té, sus tortillas por la mañana. En algún momento Didi la rescató, pero no sé si al final esto acabará convirtiéndose en una cárcel, en la que tiene que seguir los hábitos de los Ananda Marga, sin compartirlos. Didi y ella son amigas hace mucho tiempo, una de esas amistades que crecieron por azar, coincidiendo cada día en el autobús, camino del college Didi, de la academia de costura Sunita. De las que se construyen primero con sonrisas furtivas, luego, un día, compartiendo asiento, una conversación intrascendente; finalmente descubriendo afinidades y simpatías. Me gustan ese tipo de amistades, tan improbables. Didi quiere que se vuelva a casar, y bromeamos mucho con ello. Yo le ofrezco al inefable profesor de tabla, Sunita se ríe, nooo, Dada, no good smell (el tipo es verdad que canta de lo lindo). Didi está pensando en el padre de Rupa. Al fin y al cabo, ya es como una madre para Rupa, así que sería solo añadir una ceremonia y una firma. Por cierto que desde hace un par de días el padre de Rupa anda por el colegio de visita. Parece un buen tipo, Rupa no se ha despegado de él, y me lo muestra orgullosa, Dada, my dad, cogida de su mano (quizás después de todo no tenga que raptarla).

Si Baba juega realmente a los dados, quizás sea hora de que la suerte le sonría a Sunita. Para que así ella pueda sonreir el resto de su vida. Se lo merecería.

Babanam kevalam.
Sunita es de seda.
Pero hay tristeza en su corazón.
Solo a veces sonríe.
Debería hacerlo siempre.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin duda alguna, Sunita ya nos había ganado hace mucho tiempo el corazón. Tus palabras no hacen más que confirmar el cariño mutuo que os tenéis. Ella te ha cuidado como a un hijo, y tú has hecho lo propio con ella, intentado aliviar su tristeza, para hacerla más feliz... Desde aquí, Gracias, Pablo, por haber hecho posible que la conozcamos, y Gracias, Sunita!, por haberte preocupado tanto de nuestro Sr. Gallardo!

Anónimo dijo...

No sé si ofrecerme a ser tu agente literaria o inaugurar formalmente el Club de fans de SuperDada... Deberías ser lectura obligatoria y no sólo por haber alcanzado el culmen de la literatura blogística, sino por habernos tocado a todos (creo) el alma...

Anónimo dijo...

No podría ser mejor el post de Sunita; espero que ella haya logrado captar el afecto que sientes por ella y ello le haya aliviado el corazón. Todos deseamos que esa muchachita de seda encuentre la sonrisa y la paz en ese mundo injusto y brutal. Y que la armonía que le has regalado endulce momentos hermosos y azules recuerdos.¿Por qué vuestros encuentros a la hora del desayuno y de la cena me transmiten azul?

nelson dijo...

no se esperaba menos de esta historia podrías acabar el blog aquí mismo y creo que todos nos quedaríamos a gusto, ha sido tan hermoso este post y sobre todo tu forma de contarlo que se me ha encogido el corazón y además me he quedado un poco confundido ya que no sé si es por la historia de sunita o porque parece el final de un cuento maravilloso que nos has contado durante este tiempo, eres un tio cojonudo y espero que la vida te devuelva ¡pronto! la felicidad que nos has brindado desde esta ventanita. un abrazote tu cuñado...

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con el cuñao, ha sido una historia redonda con un broche de oro. Esperamos que disfrutes del resto de tu periplo indio (tienes que ver el taj-mahal, al atardecer, claro, el fuerte rojo e incluso Benarés, si puedes coger algún avión, que son muy baratos).
Bueno, busca un hotel o establecimiento de los suyos para ver el partido que si no, lo vas a tener difícil. Por aquí ya te descontamos los días para verte... tráete cuentas de pulseras para las niñas, son preciosas!! Besos,

Cubita

Anónimo dijo...

Pensé que no nos sorprenderías. Me equivoqué, lo has bordado. Nice trip back.ra

Anónimo dijo...

Y como buen cuentacuentos, lo mejor para el final:) Bravo!
Precioso, luminoso.
Mereció la pena esperar por el Post de Sunita, el post-re dulce, delicado y perfecto tras un agape de olores, colores y sabores e infinitos contrastes con que nos has deleitado éstos tres meses. Eres único. Buen viaje de regreso. besos

Anónimo dijo...

Indeed! You are one of a kind! Thank you for sharing with us your experiencies in India allowing us to discover the wonders of its people. Hope you are having a great "walkabout" this week and wish you a happy way back home. Look many people ( specially women jeje) are awaiting for you. Take care.

Anónimo dijo...

Soy la Madrilista pesada de anteriores comentarios.Aunque ya había dicho que creía que esto iba a pasar...lo que no he hecho es felicitarte Pablo, y a tu gent balugrana, por el triplete merecidamente obtenido. ¡¡¡Enhorabuena!!!

En cuanto a mí equipo espero que el próximo lunes se adivinen cambios importantes y necesarios.

En otro orden de cosas, espero que estés lejos de un huracán que dicen pasa estos días por la India...y aunque no estés encontrando ordenatas para conectarte, espero acuñes experiencias para seguir contandonos cosas...Aunque ya no pertenecerán a "Pablo en la India", porque las escribiras desde aquí y porque estoy de acuerdo en que el broche de oro de éste fué el blog de Sunita ( entrañable criatura a la que yo también espero la vida le sonría ¡de una buena vez!).

Espero que ya tengas pensado un nombre para la sección de Blogs que viene...porque no nos dejarás ahora sin ellos ¿no?.

Ya queda menos para que vuelvas y te pongas al día en muchas cosas, entre ellas sendos celebros por los triunfos de tu equipo.

Bueno, me estoy alargando mucho, perdoná. besos

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