jueves, mayo 28

Pero, ¿qué ocurrió con SuperDada?

(de nuestro enviado especial, Purulia District, West Bengal)

En los mercados, tiendas y bares, por los pueblos del distrito de Purulia no se habla de otra cosa: ¿cómo fueron los últimos días de SuperDada en la zona, qué pasó? Los hombres anuncian vehementemente las últimas versiones en sus charlas al atardecer, esto es lo que pasó, hacedme caso, lo sé de buena tinta. Las mujeres, por su parte, añaden nuevos detalles mientras friegan los cacharros en los pozos. Los viejos tratan de fijar la historia que circulará entre las próximas generaciones. Los niños, ajenos a todo eso, fantasean y se retan los unos a los otros a inventar nuevas aventuras.

Este corresponsal, curtido en los más variados destinos periodísticos, reconoce que en pocas ocasiones se ha visto enfrentado a un caso tan peliagudo, y que ha tenido que pasar unos cuantos días reuniendo testimonios, contrastando fuentes, descontando fantasías, hasta llegar a la historia que a continuación se escribe.

Sostienen algunos que, unos días antes de su partida, el por estas tierras conocido como SuperDada asistió a la reunión anual de los Ananda Marga, una multitudinaria y colorista asamblea de monjes y monjas que duró tres días, con un programa repleto de actuaciones, cánticos y bailes. Parece ser que, a la vista de la gran cantidad de niñas y monjas que habían de subirse al jeep que los conducía al festejo, SuperDada optó por encaramarse al techo del vehículo, llevando así a la práctica una de las últimas costumbres indias que le faltaban por experimentar. Ciertas fuentes aseguran que SuperDada padeció todo tipo de calamidades allí arriba, y que ciertas partes traseras de su anatomía sufrieron notables dolores en días sucesivos. Sin embargo, testigos oculares afirman que, si así fue, SuperDada consiguió disimularlo de maravilla, cambiando cualquier hipotética cara de dolor por una sonrisa impecable. Se dice que, en la citada reunión, SuperDada ejerció de improvisado periodista, y que tomó fotos y grabó videos del ambiente, del mar de túnicas naranjas que llenaba el recinto y de los bailes de las niñas de la escuela y el orfanato de Umanivas. En algún momento se le vio entre bambalinas, pendiente del proceso de maquillaje de las nenas, que casi resultaban irreconocibles con sus sarees rojos y blancos, sus ojos y labios pintados. Se dice también que en algún momento fue abordado por el reputado intérprete de tabla Kishore Gupta, con quien mantenía cierto tipo de amistad de carácter nada claro, pero al parecer la citada reunión no duró mucho, por los evidentes síntomas de intoxicación etílica que el maestro musical presentaba.

Se cuenta que la última mañana de SuperDada en el colegio fue de lo más ajetreada: se le vio ultimando detalles en el ordenador, luchando por meter todas sus pertenencias en la mochila, discutiendo con las Didis el destino de las cosas que allí dejaba, repasando la lista de tareas que se había propuesto completar… En algún momento se le vio sentado debajo de un árbol, repasando con detenimiento los dibujos y dedicatorias que las niñas le habían entregado. Hay quien dice que alguno de ellos consiguió ponerle un nudo en la garganta, y hasta se le vio besar alguno de esos papeles repletos de color y tiernas e inocentes palabras de amor.

Sobre los últimos momentos en el colegio hay disparidad de testimonios. Los más fiables apuntan a que las niñas que aún permanecían allí (una buena parte de ellas se había ido en días anteriores, camino de sus vacaciones estivales) deambulaban inquietas por los alrededores, expectantes, esperando a su Dada, quien salió de la habitación con rostro tranquilo. Pero todos afirman que, poco a poco, su rictus fue cambiando con la emoción del momento. Este enviado especial ha llegado a ver testimonios gráficos de alguno de esos momentos, como aquél en el que Dada levantó los escasos kilos del cuerpo de Chandanna y los mantuvo apretados fuertemente contra su cuerpo durante un buen rato, apagando contra su pecho los sollozos de la nena. O aquellos en los que fue abrazando, una a una, a las niñas que aguardaban en la puerta.

Algunos sostienen que mantuvo la compostura en todo momento. Otros, sin embargo, afirman sin lugar a dudas que, cuando vio a Shurabi, la imperturbable, la siempre enérgica Shurabi, tapándose su rostro con las manos… cuando percibió los ojos miopes de Sandipa anegados en lágrimas… cuando la pequeña Priyanka se le acercó y le cogió de la mano, para decirle al oído “Dada, please, please, come back soon”… entonces Dada lloró. A escondidas primero, ya inconsolablemente después, cuando el jeep se alejaba y las figuras de Didi, Sunita y las nenas se iban haciendo cada vez más pequeñas…

Todo lo anterior son datos y detalles que este corresponsal puede dar por contrastados. Sin embargo, por la zona circula un rumor… una historia absolutamente increíble que se transmite en voz baja, en las noches sin luz de los poblados. Un relato que maravilla a niños y mayores y que despierta entusiasmo y asombro. Quizás algún día esa historia pueda llegarse a conocer. Pero el código profesional de este periodista no permite ponerla por ahora en negro sobre blanco.